EL FILÓSOFO DE GÜÉMEZ…
Por Ramón Durón Ruiz
Hubo en mi tierra dos personajes extraordinarios que
cautivaban por su sentido de vida, que ya pasaron a rendir cuentas al hogar
paterno; uno de ellos Don Guadalupe Díaz Martínez, director general de El
Gráfico de Cd. Victoria, el mejor columnista político y de nota roja
que se ha dado en la región, sencillo, afable, amigable, inteligente; el otro,
Héctor Treto Cisneros, sembrador de amigos, con un sentido común a flor de piel,
de pronta respuesta, inteligencia vivaz y pícaro por naturaleza.
A la par, con un grupo de ingeniosos tamaulipecos
crearon el Club Webberson, mismo del que publiqué un libro en el que se
trasluce un excepcional sentido de pensar y de vivir, basado en la amistad, el
humor y en el ingenio popular.
Treto decía, que los grandes inventos, habían sido
hechos por un webón, de ahí el nombre de tan afamado club; por
ejemplo, el control remoto: Cuando la esposa le decía: — “Viejo
cámbiale de canal.” El pela’o se tenía que levantar de la cama y cambiarle de
canal…Al rato la mujer volvía a decir: —“Súbele al volumen porque
los niños no me deja oír.” Con la parsimonia e impecable lentitud de un
Diputado que va a palacio legislativo, se paraba a subir el volumen…“Ahora
apágala porque me voy a dormir.”
Entonces surgió el webón que muchos
llevamos dentro, e ideó el control remoto…Lo mismo ha sucedido con los grandes
inventos: han sido hechos para que la fiaca ponga a reposar los innatos
talentos del hombre…Pues este personaje en mención, Héctor Treto, contaba que
un día su hijo al llegar de la escuela primaria sudoroso y angustiado le dijo a
Lulú, su amada esposa: —¡Amá!, la maestra en la escuela me quiere
volver loco.
La señora abrazándolo cariñosamente le dijo: —No
mijito, cómo crees, es tu imaginación.
La cuestión se repitió durante varios días, hasta que
según contaba Treto, la señora no aguantó la presión y se lo contó a él,
diciéndole:
—Viejo, hazle caso al niño,
ve a la escuela y checa porqué reiteradamente dice que la maestra lo quiere
volver loco.
Héctor Treto, cumpliendo la máxima del Filósofo que
dice: ¡Soy pendejo…pero desobediente nunca!, hizo caso a su mujer y fue a la
escuela; se apersonó con la maestra de su niño y le dijo:
—¡Maestra! me da pena venir
con usted, pero mi niño me dice que usted lo quiere volver loco.
La maestra amablemente llamó al niño y le pidió que
pasara al pizarrón.
—A ver mijito, anota en el
pizarrón: 1+1. Después de dos minutos de cavilar, el niño anotó: 1+1…Luego la
maestra dijo: –Eso es igual a…Hecho que provocó que el niño entrara en otra
profunda meditación, después de varios minutos puso 2. —¡Muy bien!
dijo la maestra ¡felicidades! Ahora anota 1+2…El niño con los ojos desaforados,
volvió la vista a su papá y exclamó: Mira…¿ya ves me quiere volver loco?
La anécdota de este singular personaje, la traigo de
referencia debido a que una Senadora, fue sorprendida en plena sesión
legislativa jugando Diamond Mine en su iPad, mientras en la
Cámara se discutía la reforma laboral.
Las escenas de televisión no mienten, incumplía –como
muchos legisladores lo hacen– con el sagrado deber que protestaron el primero
de septiembre, de trabajar por el bien de la nación.
Después de verse sorprendida argumentó que exigía el
derecho de réplica, además afirmó que: “Las imágenes fueron tomadas de muy
cerca, lo que evidenciaría un claro espionaje”.
Los legisladores en su conjunto han olvidado que en el
2000 arribamos a la más extraordinaria transición democrática que se haya
fraguado en los últimos 30 años en el mundo, pero ellos con confrontaciones,
desacuerdos, políticas contestatarias, diatribas innecesarias que no van acorde
con la misión para que fueron elegidos, han hecho que no cuaje con buenos
resultados este generoso proceso democrático.
Mientras en otras latitudes, los legisladores con un
espíritu de patria han acordado las grandes reformas que insertan con éxito en
la competitividad que exige la globalidad, aquí se ofenden, se sienten
agraviados por que son sorprendidos jugando, cuando se discute en el Pleno una
de las 14 reformas que son trascendentes para el éxito de la vida nacional.
Lo anterior me permite parafrasear la anécdota del
revolucionario y político potosino Don Gonzalo N. Santos, que previo a la
selección de candidatos a presidentes municipales y diputados locales, se le
acercó un amigo a decirle:
—¡Don Gonzalo! usted que es
el líder político de nuestro estado, ayúdeme…¡Quiero JUGAR para Presidente
Municipal!
Don Gonzalo, lo miró de arriba abajo y con esa
inmediatez y sabiduría propia de un hombre con sentido de vida, le dijo: —No
sea tonto…¡con la democracia no se juega!