EL FILÓSOFO DE GÜÉMEZ…
Por Ramón Durón Ruiz
Hace 30 años, cuando publiqué el libro de El
Filósofo de Güémez, fui en búsqueda de quien podría haber encarnado este
personaje, me dijeron: Don Darío Guerrero, el Maestro Juan Mancilla o Don José
Calderón, tres sabios personajes llenos del oficio de vivir.
Cuando entrevisté a sus familiares, octogenarios
algunos de ellos, me dijeron: “Mi apá no fue el filósofo”…Llegué a la
conclusión que en la vertiente humana era difícil definir quién era el
filósofo…Surgió entonces la vertiente social, en la que concluí que se encarna
en el colectivo social, es decir, ¡el filósofo somos todos!...yo soy su
cronista.
Así, he trabajado con amor en tres vertientes: 1)-La
del humor, en donde en un principio había sólo 16 frases; a la fecha tengo
más de 3 mil frases, mil anécdotas –cargadas de una buena fe extraordinaria,
sentido de vida, de una excepcional ingenuidad provinciana y de la
universalidad que provee el sentido del humor;
2)-Le he creado también al personaje, la
visión política, enriquecida por mi modesta experiencia en estas lides
como: regidor, diputado, presidente municipal, líder juvenil y sectorial,
colaborador de Luis Donaldo Colosio, funcionario federal y estatal en múltiples
cargos, que me sirvió para publicar el libro Gobernabilidad secuestrada,
y…
3)-La visión espiritual, en la que me he
preparado académicamente tomando el proceso de entrenadores impartido por el
Dr. Jorge Haddock, en Life Center Monterrey…El Instituto Mexicano de
Psicooncología me capacitó con un diplomado
en hipnosis terapéutica y acabo de concluir mi Doctorado
en Tanatología, en el mismo instituto; en diciembre −Dios mediante−, habré de
defender mi tesis de grado.
En la visión tanatológica-espiritual del viejo
Filósofo, entiendo que el mexicano no puede hablar de su propia muerte, habla
de la muerte de el de enfrente o de la del de a un lado, pero de la
suya…¡jamás!
Miguel Unamuno, en el libro Del sentimiento
trágico de la vida, dice que el único acto del hombre en soledad es la
muerte…Porque es el único acto en el que no puede verbalizar, no puede decir
nada con palabras, ni siquiera hola estoy muerto.
Pero el fallecido habla a través de los símbolos, su
rostro, sus manos, su cuerpo, que al partir a rendir cuentas al hogar del
Padre, dejan un profundo simbolismo para quienes saben interpretarlo…Si agoniza
largamente, hay un duelo pendiente por resolver, si al morir inmediatamente el
difunto está en una posición tan rígida que no se le puede vestir, es importante
hacer uso del poder del susurro que desde el oído llega a su alma y da al
cuerpo flexibilidad para vestir y ayudar a la paz interior para bien morir.
Mi queridísimo maestro y uno de los mejores
tanatólogos del mundo, Marco Antonio Polo Scott, comenta que la Tanatología con
la Dra. Elizabeth Kübler Ross, nació como un trabajo eficiente en los procesos
adaptativos del paciente moribundo, su libro Sobre la muerte y el
moribundo, es excelente.
Es decir, no nació como ciencia, en un principio era
un conjunto de actividades llamadas consejería, pero como todo en la vida,
tiende a desarrollarse…En la actualidad es una ciencia, que como tal, tiene
múltiples definiciones, una de ellas es la de mi maestro el Dr. Marco Antonio:
La Tanatología es la ciencia que estudia el sentido de la vida y muerte del ser
humano: biopsico-social y espiritual.
La historia de la Tanatología es como la de las
grandes ciencias, la de fracasos y desencuentros, eso la ha hecho grande…Para
el Dr. Polo Scott, la Tanatología ha evolucionado y cuenta con cinco campos de
aplicación:
1.- Tanatología médica…2.- Tanatología
de la intervención, Psicotanatología…Con un enfoque humanista, Tanatología
transpersonal e integral…3.- Tanatología legal…Tanatología
forense...4.- Tanatología pedagógica…Tanatología de la educación,
en ninguna institución se enseña a morir…difícilmente a bien vivir…5.- Tanatología
social…Tanatología antropológica.
Resulta que un lisiado paseaba por un circo en su
silla de ruedas, era empujado solidariamente por un amigo…En eso, un niño
travieso quita la tranca de la jaula del león, mismo que empuja la puerta y
sale rugiendo furiosamente…Todo el mundo corre despavorido: los vendedores, los
payasos, el malabarista, el amigo del inválido, produciendo un alboroto en el
circo.
En eso, un hombre –mientras corría−, se da vuelta y ve
al lisiado muy atrás, dándole desesperadamente a su silla de ruedas, con el
león prácticamente encima…El tipo se apiada y empieza a gritar:
—¡El de la silla de ruedas,
el de la silla de ruedas!
Mientras corren varias personas se dan vuelta y
también gritan a coro:
—¡El de la silla de ruedas,
el de la silla de ruedas!
El de la silla de ruedas,
que viendo de cerca la muerte continuaba dándole con todas sus fuerzas a la
silla, los mira furioso, mientras le grita: —No sean ‘abrones... ¡dejen que el león escoja!