EL FILÓSOFO DE GÜÉMEZ…
Por Ramón Durón Ruiz
Hay un correo que me encanta, dice: “Cada otoño cuando
los gansos viajan al sur, vuelan formando una ‘V’, se ha descubierto que cuando
baten en el aire sus alas, producen una energía que ayuda al pájaro que va
atrás…Así la bandada aumenta por lo menos 71% su poder, que si cada uno volara
solo.
Cuando un ganso se sale de la formación en ‘V’ siente
inmediatamente más resistencia al aire, porque se da cuenta de la dificultad de
hacerlo solo, rápidamente se reincorpora para beneficiarse del poder que
genera el grupo…Los gansos que van atrás graznan, para alentar a los que van
adelante a mantener la velocidad.”1
Lo anterior es una lección de la madre naturaleza al
trabajo en equipo y lo traigo a comentario, debido a que la semana pasada tuve
el honor de ser invitado por el Ing. Serafín Gómez Villareal, Gerente de la
COMAPA Reynosa, Tamaulipas.- quien, ocupado en que se obtengan los mejores
resultados, me propuso para que impartiera el taller “TRABAJO EN EQUIPO” a 70
integrantes del cuerpo directivo.
Gratamente sorprendido me quede al arribar a Reynosa,
encontré una ciudad limpia y trabajando, drenando la vieja laguna “La
Encantada”; generando tanto empleo que hay una amplia migración nacional, que
por la generosa hospitalidad del reynosense, llega para quedarse; con un parque
lineal hermoso, con monumentales y bellas esculturas; un estadio profesional de
futbol; que en conjunto reflejan el buen trabajo del talentoso Presidente municipal
Everardo Villarreal Salinas.
Para el viejo Filósofo, si hay algo que es
indispensable en plena alternancia democrática, para que los mexicanos nos
insertemos con éxito en la competitividad que marca la globalidad, es que
aprendamos ¡YA! a detonar el cúmulo de capacidades, competencias, aptitudes y
dones –a veces desconocidos por nosotros–, mediante el poder que genera el
trabajo en equipo.
Cuando omitimos criticar al de al lado, regocijarnos
en sus tropiezos y somos capaces de darnos la mano unos a otros, teniendo el
deseo de ir en una misma dirección, con un mismo sentido del logro, la tarea se
hace más fácil, los objetivos se alcanzan…y se rebasan, porque el apoyo
recíproco genera una sinergia inigualable.
El taller que imparto es vivencial, invita a cada
participante a salir de su zona de confort, dándose el permiso de hacer a un
lado las naturales diferencias, descubriendo el poder que generan los valores
del grupo: el afecto, la solidaridad, la amistad, el orden, el respeto…el
trabajo en equipo y con ellos, los méritos de cada uno de sus compañeros.
En el cuento Alicia en el país de las
maravillas, hay un fragmento en el que dice ella tímidamente: –Gatito
¿te importaría decirme por favor qué camino debo tomar? –Depende a donde
quieres ir –dijo el gato. –¡No me importa mucho a donde…! –dijo Alicia.
–Entonces da igual la dirección –dijo el gato–, cualquiera que tomes está
bien.”
Trabajar en equipo es compartir objetivos comunes,
aprendiendo que el camino es ser todos uno solo, asimilando “no criticar el
progreso del de al lado, si no conocemos su esfuerzo y no envidiar sus
victorias, si no conocemos sus fracasos”.
Si pese a las diferencias en el trabajo, las cosas no
suceden como queremos que sean, no son ellas las que deben cambiar, somos nosotros
los que con humildad debemos adaptarnos al cambio y con espíritu de equipo
tomar conciencia de que las dificultades sirven para que salga a flote nuestra
dosis de tolerancia y actuando con una elevada conciencia, sacar la luz que
anida en nuestro interior.
El trabajo en equipo hace simple lo complejo y tiene
la magia de transformar la vida laboral en algo más placentero…La ley del
universo dice que te regales un momento del día, haciendo una pausa, para que
en un acto de humildad agradezcas el cúmulo de bendiciones, entre ellas tu
trabajo, dándote permiso de hacer a un lado lo superfluo y lo vano, viviendo
tan intensamente cada momento que logres ser tan feliz, que hasta el propio
diablo al verte exprese: –¡Ah ‘abrón...! mejor me hago a un lado, porque este
traer la fuerza de Dios.
A propósito de trabajo en equipo, casi muriendo de
sed, un judío se arrastra en el desierto afgano, cuando a la distancia observa
una imagen…Era un viejo árabe sentado frente a un bastidor atiborrado de cosas.
– Me muero de sed, ¿podría darme agua? –imploró el judío. –No tengo
agua –respondió el árabe–, pero cómprame una corbata, tengo una que
va bien con tu túnica. –¡No quiero una corbata! –Espetó el
judío–, ¡Quiero agua! –Bueno, no me compres la corbata si no quieres.
Pero, para que veas que soy una buena persona, te diré
que pasando esa duna, a unos dos kilómetros, hay un buen restaurante, ellos
tienen toda el agua que quieras…El judío, avivadamente caminó hacia la duna…A
las dos horas regresó donde estaba el viejo árabe que seguía sentado frente a
su tendedero de cosas, el viejo le pregunta: –¿Encontraste el restaurante?
–¡Sí lo encontré!, pero el hijo de p... de tu hermano…
¡NO ME DEJA ENTRAR SIN CORBATA!...
1.http://www.emagister.com/curso-economia-solidaria-colombia/mirad-gansos