Por Proyecto Ambulante
Durante
la presentación de Enrique Cabrero Mendoza, como nuevo titular del Consejo
Nacional de Ciencia y Tecnología, Peña Nieto se vanaglorio que la ciencia y
tecnología serían prioridad para su gobierno.
De
hecho el presupuesto en este rubro aumentó, 22% respecto a la administración
anterior, pero aún se encuentra lejos del 3 o 5% que cualquier país con una política
sólida en esta materia invierte; los 70 mil millones de pesos representan menos
del 1% del presupuesto del gobierno.
Por
decenas de años, el presupuesto para Ciencia y Tecnología ha disminuido; las
universidades públicas del país (donde se concentra la mayoría de la
investigación científica) han visto reducido su presupuesto y eso afecta las
condiciones de trabajo y sus resultados, además, la ausencia de una política de
Estado para vincular la producción científica con la económica han generado que
ésta no tenga impacto alguno en la industrialización del país.
A
pesar del aumento significativo en la cantidad de dinero gastada en CyT, no es
posible saber, por ahora, la forma en que el gobierno de EPN invertirá ese
dinero.
Quizá
el lanzamiento del satélite Bicentenario sea una muestra: construido por
contratistas privados-extranjeros y lanzado desde otro país, este satélite no
representó un logro de la ciencia mexicana, sino un proyecto privado que será
utilizado por privados; los consorcios de telecomunicaciones del país.
Si
la política de CyT de EPN consistirá en pagara grandes sumas a empresas y que
los resultados de la investigación científica sean usados en beneficio de
particulares, estamos ante un panorama poco alentador.
El
conocimiento y producción científicos no tendrán sentido a menos que se pongan
a disposición del desarrollo nacional y, por ende, beneficien a las mayorías en
materia de salud, alimentación, comunicación etc.