*¡Alto a la violencia contra periodistas!...
Por
Agencias
MÉXICO, D.F.- En la última década, los periodistas y reporteros mexicanos hemos
pasado de ser redactores a protagonistas de las noticias: asesinatos, agresiones,
intimidaciones, secuestros, atentados, desapariciones y levantones han llenado
planas completas de denuncias, condenas y lamentos; al final, el olvido y la impunidad
han sido los desenlaces recurrentes de esas trágicas historias.
El secuestro y asesinato
del colega Gregorio Jiménez de la Cruz en Veracruz, aumenta la cifra negra de
agravios: es el décimo periodista asesinado en tres años de “gobierno” de
Javier Duarte en Veracruz…Hay también 4 desaparecidos y más de 130 ataques a la
prensa…Ello obliga a quienes laboramos en los medios de comunicación a pasar de
la indignación a la acción.
Por ello, el próximo
domingo 23 de febrero, a las 12 horas, un grupo de reporteros y periodistas nos
concentraremos en el Ángel de la Independencia, y en otras plazas públicas del
país, para advertirle a las autoridades que los tiempos de las promesas se
agotaron: es hora de asumir responsabilidades para frenar y castigar las
agresiones contra el ejercicio periodístico.
En la concentración del
Ángel, haremos un recuento de agravios y expresaremos una serie de demandas
concretas a las dependencias y funcionarios encargados de garantizar la seguridad
de quienes todos los días salimos a las calles para cumplir con la obligación
de informar a la sociedad.
A través del colectivo ¡Prensa,
No Disparen! Daremos seguimiento puntual a esas solicitudes y exhibiremos,
por todos los medios a nuestro alcance, a los actores políticos y organismos
públicos que no sean capaces de desquitar el sueldo que cobran de los impuestos
de todos los mexicanos.
Los reporteros somos los
ojos, oídos y la boca de la sociedad y para seguir cumpliendo esa función,
necesitamos la solidaridad de la ciudadanía.
A esa sociedad apelamos
porque estamos defendiendo nuestro derecho a la libertad de expresión y el de
la ciudadanía a estar informada.
Frente a las balas de la
intolerancia, sólo quedan nuestras palabras: No podemos callar…