EL FILÓSOFO DE GÜÉMEZ…
Por Ramón Durón Ruiz
Hay una historia que me fascina: “Cuando se inauguró el túnel del Canal de la Mancha […que comunica a Francia e Inglaterra], el presidente Francois Mitterrand y la […“Dama de Hierro”] la primera ministra británica Margaret Thatcher, pronunciaron […sendos] discursos poniendo de relieve lo que aquella gran obra de ingeniería significaba para la unidad de Europa y el acercamiento entre los dos pueblos.
El presidente francés, con su siempre envidiable y a la vez, fino sentido del humor, dijo en un momento de su discurso, aludiendo a la vieja y ya anticuada política inglesa de la ‘Splendid Isolation’:
— A partir de ahora, el Continente ya no está aislado.”1
La moraleja es formidable, nuestros políticos están aislados de la ciudadanía, porque viven en el conflicto, la diatriba y el protagonismo fatuo, que en conjunto no traen resultados satisfactorios a nuestra endeble gobernabilidad.
En una época de profundización democrática como la que vivimos, en donde la vigencia de instituciones es soporte básico para la vialidad del país, se requiere que los actores políticos tengan la habilidad para que nuestra transición democrática dé los frutos que el país demanda.
La violencia se enseñorea en muchas regiones de la nación; los ciudadanos estamos indefensos: por un lado el hampa, por otro la ineficacia de los gobiernos de todos los ismos (panismos, priísmos, perredismos) que en forma irresponsable han desatendido el tema, haciendo que se presente una gravísima crisis de gobernabilidad.
Por eso la ausencia de tolerancia no debe caber en esta campaña: ni en universitarios, llenos del saber humano; ni en los candidatos, llenos de las mañas de la política…El camino es tener la inteligencia para construir un gran acuerdo de civilidad como el que en España en 1977, creó los Pactos de la Moncloa, ese que ayer creo el IFE generando certidumbre electoral y que hoy, requerimos para que se dé viabilidad a la política nacional.
El pasado domingo concilie el sueño, gratamente sorprendido y por demás alegre, después de ver el partido de la final de futbol mexicano, entre los equipos norteños Santos Laguna y El Monterrey, quienes después de una fragorosa batalla deportiva, luego de 180 minutos, Santos Laguna se coronó campeón, por derecho propio.
Mi extrema alegría no sólo se debió a que el Santos sea el campeón, sino a la conducta de caballeros y de alto pundonor deportivo del equipo Monterrey, quién sin guardar rencor alguno, con gran espíritu deportivo y reconociendo los méritos del contrario, al llegar el momento de entrega de trofeos, hicieron una valla al lado de la escalera de la tarima, para aplaudir y felicitar a sus vencedores.
La vida me ha enseñado que se necesita ser muy grande para ser humilde; esta actitud me llenó de orgullo, me pareció ejemplar, llena de categoría, de un civismo en el que nuestros políticos deben abrevar.
Después de gastar más de 40 millones de spots y más de 70 mil millones de pesos en campañas políticas, hago votos para que los partidos políticos, el próximo 2 de julio, no nos salgan con que hubo fraude, que las elecciones estuvieron amañadas y busquen judicializar las elecciones.
Sería no aprender las lecciones de nuestra democracia y una vez más, como en la historia del principio, los políticos se aíslen de los ciudadanos, que estamos hartos de innecesarias rencillas, de denostaciones publicas, en universidades, partidos políticos o en las cámaras legislativas; altercados que a nada conducen, que no sea a dilapidar la oportunidad para construir un México mejor para nuestros hijos…e hijos mejores para nuestro México.
A propósito de la final del futbol mexicano, el filósofo, llega como a las cuatro de la mañana, bien pasado de copas a su casa…Su “vieja” que pacientemente lo esperaba, encrespada le apunta:
—¡¡Miraaaaaa nomás cómo vienes…!! ¿Te parece una bonita hora de llegar a dormir?
— ¡Ah chinglo! ¿y quién te dijo que ya llegué?... Sí nomás vine por la guitarra.
1Las anéccdotas de la política.De Keeops a Clinton Luis Carandell