¡Y YO NO ME PODIA PARAR!...
Por Ramón Durón Ruiz
Reza la conseja popular
plena de sabiduría: “Donde entra el humor…sale el Doctor”, será porque los
químicos generados por el buen sentido del humor, además de fortalecer el
sistema inmunológico, traen a tu alma calidez y una mejor calidad de vida,
crean un estado de bienestar general en el organismo, que te aleja de la
enfermedad.
Amablemente algunos de mis
lectores me invitan a que escriba del buen sentido del humor, lo hago con
gusto, porque es un bien que nos auxilia para encontrar el lado amable de
la vida, para recrear y convivir con lo que la poeta Linda Manzur llama nuestra
“Mágica mismidad”.
La vida me ha enseñado que
si el buen sentido del humor es la patria de la salud y la felicidad, su
compañera la sonrisa, es el idioma universal de los hombres en plenitud, que
tiene la magia de concentrar tu vida en el amor, además de que te libera del
despotismo de lo perfecto.
El buen sentido del humor,
trasluce el espíritu lúdico del niño interior, nos ayuda a “Ver la rosa en
lugar de mirar la espina”, a mitigar el dolor, a forjar el carácter…Resume la
sensibilidad humana, que concentra la vida en un instante, porque de eso está
hecha la vida…de instantes.
El humor es una lección
ética de amor y moral, que frente a los miedos –que todos tenemos–, te
hace más fuerte, pues trabaja en fortalecer tus fortalezas, ayudándote a no
sucumbir ante la inevitable presencia del dolor.
El buen sentido del humor es
una manifestación primaria de vida, incluso antes de hablar el niño sonríe,
porque es una expresión de gratitud por el milagro de la vida.
Con el paso del tiempo,
dejamos de sonreír a la vida, llega la hiperseriedad, la prisa, el estrés, el
preocuparnos por todo y sobrevivir, en lugar de ocuparnos y aprender a bien
vivir, saber que el humor es una actitud, que te accesa a tu fuente de poder,
porque su fundamento es el amor, que sutilmente te conduce a tener sentido del
logro.
La vida es un viaje
estrictamente personal, eres un espíritu en evolución en un cuerpo en
crecimiento, en el que el humor te ayuda al adecuado manejo en relación contigo
mismo, con los demás y con la vida.
El mal de nuestro tiempo se
llama miedo, su compañero inseparable es el odio, ambos aniquilan sociedades
enteras, generan desánimo, porque nacen del desamor, de la inconformidad
consigo mismo.
El humor tiene el poder de
llevarte a la fuente de toda tribulación, y sutilmente auxiliarte a encontrar
tu verdadera naturaleza como ser espiritual, detonar tu energía vital
consiguiendo relacionarte armónicamente con el universo.
El humor para que sea eficaz
ha de ser tan breve, como claro, corto, sencillo, sustancioso e inesperado,
evitando cargarlo de palabras rimbombantes, que la mayoría de las ocasiones son
innecesarias, que a veces abruman con ropaje que resta eficiencia al sucedido.
El humor es una expresión
cultural, tiene que ver con la información que desde niños recibimos y
procesamos, asociado al estado de ánimo, hace que un mismo chiste o gracejo sea
visto de manera diferente y hasta opuesta.
La vida me ha bendecido,
pues el humor del viejo Filósofo, “pian pianito” se ha tornado en una
referencia del humor del norestense, será por esa ingenuidad provinciana con la
que transita por el camino, que me lleva a recordar la ocasión en la que el
nieto le dice al Filósofo:
— Abuelito tú siempre dices que hay que ser educado con
las damas, ¿Por qué en la foto de boda no fuiste caballeroso con mi abuelita,
tú estás sentado y ella está parada?...
— Mira mijito, no es que no haya sido caballeroso, lo
que pasa es que la foto nos la tomamos después de la luna de miel, y ella no se
podía sentar…¡Y YO NO ME PODÍA PARAR!...