SEÑOR AYÚDAME A ENCONTRAR UN PENDEJO…
Por Ramón Durón Ruiz
Isabel Allende como toda
mujer, conectada con la fuente de la vida sabiamente afirma: “Ten memoria
selectiva para recordar lo bueno, prudencia lógica para no arruinar tu presente
y optimismo desafiante para encarar tu futuro” La vida me ha enseñado que
el futuro se construye HOY, la situación es muy sencilla, como es tu mañana, es
tu día y como es tu día…¡es tu vida!; así que ten la sabiduría de llenar de
desbordante optimismo y de una copiosa fe tu mañana.
Inicia tu día dando;
dando las gracias por el milagro del nuevo amanecer, dando bendiciones, dando
afecto, dando saludos y sonrisas, la trascendencia radica en el poder de
aprender a dar incondicionalmente “lo que das con amor, eso ya nadie te lo
quita, te lo llevas para la eternidad.”
Desde pequeño mi vida ha
sido de un aprendizaje permanente, innumerables son los maestros de los que me
he instruido en el oficio de la vida, uno de ellos es mi amigo Don Enrique
Cárdenas González, que ha logrado mantener un sano equilibrio entre el adulador
profesional y el que gratuitamente odia el éxito del hombre de trabajo,
entre glamour y la miseria humana que tanto se da en la
política.
Me cuenta el Ing. Jorge
Bello que siendo gobernador Don Enrique, fue al municipio de San Carlos, para
constatar y cuantificar los daños causados por un huracán que recientemente
había azotado las comunidades del municipio y ayudar a los damnificados.
Iba lentamente por lo dañado
de la carretera que conduce a San Carlos, cuando el gobernador se dio cuenta de
que un grupo de campesinos le hacía señas de que parara el vehículo, al bajar
del mismo fue saludado efusivamente por los campiranos, avanzando uno de ellos
le dice:
––¡Señor Gobernador,
bienvenido, como siempre viniendo a darnos ayuda, nunca nos deja solos!...
Acto seguido los demás
saludaron a don Enrique, cuando al abrazar al último de ellos este le dice:
––¡Oiga, señor Gobernador!,
tengo un pequeño problema, vino a mí un aboga’o que dijo me iba arreglar los
papeles aquí del ejido, y po’s nada, sólo me robó dos mil pesos.
Don Enrique voltea buscando
al ingeniero Bello y dice:
––Bello ayuda a este hombre,
anduvo en la campaña con nosotros, quiero que lo atiendas.
Un campesino que escuchaba
atento, con ojos pizpiretos, aprovecha la ocasión e interrumpe:
––¡Señor Gobernador!, ¿qué
cree?, a mí también me robó el mismo aboga’o, nomás que si a él le quito dos
mil pesos, a mí me chingó cuatro mil, ayúdeme señor Gobernador.
––Bueno, bueno, –dice
Don Enrique con su sana picardía, adivinando las aviesas intenciones de la
mentira del segundo campesino–, te quiero decir una cosa, –dijo en tono
respetuoso y lleno de humor–: si este hombre –señalando al primer campesino– es
un pendejo… ¡Tú eres dos veces más pendejo!...
Pues parece que esta lección
se le aplica como anillo al dedo al viejo Filósofo; hace días fui al DF a un
homenaje que el Club de Periodistas de México merecidamente le rindió al
prestigiado periodista veracruzano Uriel Rosas Martínez…Una vez concluido el
extraordinario evento tome camino para regresar a casa, al salir del DF una
patrulla de tránsito nos detuvo: ––Hoy no circula su camioneta –espeto el
oficial con un palillo en su boca.
––Disculpe hoy si circulamos
–le dije– aparte traemos calcomanía doble cero, nos permite circular todos los
días.
Se asomó, verificó la
calcomanía y dijo: ––Pero está pegada en lugar prohibido
––Disculpe usted –le
respondí– ahí la pego el del verificentro, me dijo que es el lugar correcto.
––Deme su tarjeta de
circulación. ––¡Aquí está! ––Su licencia de manejar. ––¡Aquí está! ––La factura
de la camioneta. ––¡Aquí la tiene! ––Hay dos opciones: me da cuatro mil pesos o
llamo a la grúa para que lo lleve al corralón. ––Pero si no hemos violado el
reglamento de tránsito, –le dije– tenemos todo en orden.
––Pues véalo con mi jefe
–dijo portando mis papeles en su diestra…Su jefe en ese instante bajaba del
macho a un automovilista, al pasar a mi lado me comentó que le habían quitado
dos mil pesos…Ahí recordé a mi sabio amigo Don Enrique cuando dijo: ¡Eres dos
veces más pendejo que este!...
Después de tenernos parados
en el acotamiento durante media hora, el transito habla con su jefe, le explica
la situación, el jefe me ve y le digo. ––Mire usted, el oficial me pide cuatro
mil pesos, pero no cometimos ninguna infracción, traemos todo en orden…¡que se
lleve mi camioneta la grúa!...
En un gesto de “generosidad
extrema”, el jefe extiende la mano entregándome los papeles, a la vez que me
dice:
––¡Puede irse! Lo anterior
no es un caso aislado, ya con esta van cinco veces que nos roban estos
tránsitos.
Kilómetros adelante había
otro “retén” de transito deteniendo carros para esquilmarlos, no sé si las
autoridades del Estado de México ignoren esto o en una red de complicidades que
agravia a la ciudadanía, se hacen como “El Tío Lolo”…Cada día me convenzo de la
sabiduría del viejo Filósofo cuando afirma: Señor ayúdame a encontrar un pendejo…¡Porque
luego, luego dan conmigo!