EL FILÓSOFO DE GÜÉMEZ…
Por Ramón Durón Ruiz
Me cautiva el escritor Luis Carandell cuando en su libro narra la historia de: “Pirro, rey del Epiro en el siglo IV a. J.C. quien se hizo famoso por su valor y por el dominio de la táctica militar.
Venció en casi todas las batallas en que participó; pero siempre a costa de terribles bajas en su ejército. La expresión ‘victoria pírrica’, ha quedado para designar el logro de algún propósito con pérdidas morales o materiales, que no compensan la victoria obtenida. En la batalla de Heraclea, Pirro empleó los elefantes contra los romanos, pero lo mismo en aquella ocasión, que en la batalla de Ausculum, le supuso al general pérdidas tan grandes que pronunció su famosa frase: ‘Otra victoria como ésta y estoy perdido.’”
Creo que guardadas las debidas proporciones, igual acontece con las actuales campañas políticas nacionales, otra elección como la presente y no queda nada de los ciudadanos, y digo ciudadanos, porque los partidos políticos seguirán cobrando sus cuotas de poder y las prebendas que el sistema les provee, mientras nosotros seguimos con “el buey atorado en la barranca”.
En esta campaña, deseamos que ganen los candidatos y los partidos… pero que México gane con ellos. Hace seis años, en el inicio de las campañas negras en nuestra democracia, dejaron al entonces puntero de la elección presidencial: Andrés Manuel López Obrador, tan innecesariamente lacerado, golpeado, que poco faltó, para que estallara una crisis de gobernabilidad de proporciones inesperadas, que de no ser por la prudencia de unos y otros, hubiera dejado un saldo devastador para nuestra democracia.
En otras democracias, una vez concluida la contienda, los adversarios tienen el decoro, la categoría política y el amor a su país, para reconocer el triunfo del adversario y además de felicitarlo, convocar a sus seguidores para unirse en torno a un sólo proyecto de nación… el que encabeza el triunfador.
Hago votos por que -el civismo que parece desapareció del currículo educativo-, una vez concluido el proceso electoral, encontremos la ansiada culminación de nuestra transición democrática y la victoria del o la, próximo(a) presidente(a) sea con tal fuerza, que logre un gran
ACUERDO NACIONAL PARA LA RECONCILIACIÓN, del que emanen las grandes reformas que el país necesita, para irrumpir con éxito en el empleo, el combate contra la inseguridad y la pobreza extrema… y esta no sea una victoria pírrica.
El viejo filósofo entiende que el humor, es la manera más sencilla de darle las gracias a Dios por el milagro de la vida; en este sentido, hoy parafraseo una vieja historia para usted: “Resulta que después de un año de salir con su novia, el filósofo decide casarse el próximo mes. Su futura cuñada, una mujer joven, sobresaliente, deportista, bailadora, simpática, guapa, amable, cariñosa y además… ¡¡¡llena de una voluptuosa y concupiscente carnalidad!!! Amablemente se ofreció a organizar toda la boda: invitaciones, iglesia, Padre, música, pajecitos, fotógrafo, filmación, grabación, comida, enramada, flores, padrinos, testigos, sillas, mesas, platos, manteles, etc.
Hace poco me buscó en la plaza –comenta el filósofo–, donde platicaba con los jóvenes de mi tierra, me pidió que fuera a su casa, quesque pa’ revisar los interminables detalles de la boda.
Al llegar, me di cuenta que estaba sola, revisamos todo: invitados, músicos, comida, fotógrafos, etc. Cuando menos me lo esperaba me “sosprendió”: se quedó en ropa muy ligera, un negligée tan atrevido, como coqueto y sexy, con una voz llena de sensualidad –que me paró hasta los pelos- me dijo: —Has de saber que siempre me has gustado, eres un hombre varonil y atractivo, dentro de un mes serás un hombre comprometido, antes de que ello ocurra, ¡quiero tener una carnalidad salvaje contigo!
Se levantó, caminó sensualmente hacia el catre y me susurró: — Ya sabes onde esta la puerta de salida si te quieres ir... o el camino a la cama si quieres venir.
Aproximadamente unos tres minutos me quedé inmóvil, sin habla, sin saber qué 'ingaos hacer, finalmente decidí que sabía perfectamente qué camino tomar. Me dirigí corriendo a la puerta, salí a la calle y... afuera, estaba mi novia con mi suegra, sus hermanos y su papá, sonreían maliciosamente, él portaba una escopeta, la mamá me dijo que únicamente querían estar seguros, de que su hija se casaba con el hombre idóneo, honesto, leal e íntegro…Y me pusieron esa pequeña prueba, que yo felizmente había superado con éxito.
Mi futuro suegro me tomó del hombro, me abrazó y emocionado me dijo: — ¡Mira filósofo! en dote te daré 10 vacas, 3 burros y mi parcela.
Yo estaba, impávido y sin poder reaccionar, aturdido por las emociones. Es fecha que no me recupero del susto que me lleve, menos mal que se me ocurrió ir a buscar al morral de mi burro un ‘inche condón, de lo contrario… me hubiera cargado la tiznada.”