jueves, 26 de julio de 2012

¡PORQUE TE HIZO BIEN FEA!..."COLUMNA"...

EL FILÓSOFO DE GÜÉMEZ…

Por Ramón Durón Ruiz

Nuestra patria fue bendecida con el ingenio, sentido de vida, amor al origen, picardía y humor de cientos de personajes populares -que en su tierra amable lector, como en la mía los hay por montones-, en quienes se trasluce un espíritu festivo colmado de alegría y gozo de vida, personajes que vibran en lo más intimo de su ser, con un estilo de vida que ilumina su entorno.

Personajes que son las raíces y entrañas mismas de una comunidad, a la que representan, pues los frutos siempre están cerca del árbol, en su desaforado genio e ingenio, que nos ayuda a apreciarnos ante la vida y conocernos nítidamente, en ellos está lo mejor de lo que es el colectivo social.

Diariamente el Filósofo de Güémez, hace suyo el primitivo principio de la escolástica que dice: “Cuántas veces, so pretexto de enseñar, aprendemos”, y tengo mucho que aprender en los personajes de nuestra geografía nacional, para mí ellos son una escuela de vida, “el santo y seña” de una sabiduría popular que se caracteriza por el poder de la humildad.

Los personajes populares representan un mundo impregnado por los valores que nuestros viejos han recepcionado y tenido el amor de retransmitir de generación en generación; valores que no son otra cosa que la civilización misma en marcha.

Los personajes populares amorosamente atesoran, construyen y trasmiten el conjunto de elementos materiales, filosóficos, espirituales y hasta cosmogónicos, a través de los cuales, por una parte interpretan el desarrollo de la vida y por otra, construyen un mundo que a la vez que nos impresiona…nos cautiva.

Ellos -sabios innatos-, son más grandes que la derrota y tienen la virtud de hacer “camino al andar” representan nuestras tradición, personifican el mito, la leyenda, la fábula, el genio, el ingenio y la palabra de nuestros pueblos.

Los personajes populares están armonizados con el ángel de la vida, por eso tienen la magia de ir más allá de los vericuetos del poder y trascender los entretelones del tiempo, son una rica parte de la cultura, de la voz, del sentimiento y del habla de un pueblo.

En ellos se conjugan, además de los cinco sentidos que posee el ser humano, otros cinco que hacen pleno su espacio vital: el sentido común, el sentido del amor, el sentido de la ubicuidad, el sentido de la responsabilidad y el sentido del humor…El universo nos provee para todos, pero sólo los triunfadores saben hacerlos suyos y desdoblarlos.

Ellos, en fin escuela de vida, saben que tienen problemas pero se concentran en las soluciones, viven la magia de la vida sin prisas y sin pausas, saben que cada período tiene su tiempo, porque “el tiempo de Dios es perfecto”, conocen de la temporalidad de la existencia, por eso disfrutan cada paso del camino: lo mismo los bellos amaneceres, que los anocheceres tachonados de estrellas; han aprendido a disfrutar cada instante del milagro de la vida.

Uno de estos personajes de mi tierra, a quien guardo especial admiración y afecto, es don Ernesto Gómez Lira, (QEPD) viejo sabio y carismático, ganadero por herencia familiar, político por derecho propio…Cierta ocasión, pasadas las elecciones municipales en su tierra natal, la hermosa ciudad de Reynosa, Tamaulipas.- hubieron conflictos poselectorales que llevaron a la autoridad a nombrar un Concejo Municipal, que fue presidido por don Ernesto.

Inmediatamente luego de la toma de protesta de ley, se dirigió a una de las colonias populares que más necesidades presentaba, al arribar amablemente, como siempre, saludó a los colonos y empezó un recorrido a pie, en el que a la vez que escuchaba diversos planteamientos, se iba sumando una multitud de vecinos a la caminata.

De repente, de quién sabe dónde, se agregó una mujer de edad adulta, despeinada, con un ojo cerrado y la boca chueca, visiblemente chimuela, con ropa modesta y unas chanclas viejas, y como El Caballo Blanco: “cojeaba de la pata izquierda”, gritando desaforadamente se acercó al munícipe y le dijo:

¡Oiga don Ernesto!, aquí el senador nos prometió una escuela…¡Y no la construyeron! El diputado nos ofreció un dispensario…¡y no hay nada! Los de COMAPA prometieron agua y drenaje…¡y no hay nada! El presidente se comprometió a pavimentar las calles principales…¡Y nada! Los de la CFE ofrecieron más alumbrado público…¡Y ni madres!

Don Ernesto la abrazó cariñosamente, la miró a los ojos y le dijo: Mira, tienes razón de estar molesta con el senador, también con el presidente y los diputados, al igual que con los de la COMAPA y los de la CFE, es más, deberías estar molesta hasta con Dios…

¡Porque te hizo bien fea!

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