viernes, 14 de noviembre de 2014

EL FILÓSOFO DE GÜÉMEZ…¡QUE LA MÍA!...



¡QUE LA MÍA!...

Por Ramón Durón Ruiz
Mi sabio amigo el C.P.C. Agustín López, me cuenta que “hace años una empresa de su natal Saltillo, debido a la crisis, inició a llamar obreros a la jefatura de personal para despedirlos, previa liquidación de ley.

En el café, uno de los trabajadores de la empresa se ufanaba:
— Tan corriendo a los ‘endejos y a los huevones.

A las siguientes semanas, como si lo hubiese invocado, que le llega una notificación a él, a efecto de que se presentara en la jefatura de personal…para recibir su liquidación.
Entonces dijo: — ¡Ahora sí se están llevando parejo!”…

Pues así es la muerte, ¡Se lleva parejo! Hay una vieja leyenda griega que me encanta: “Una mujer fue al río Estigia, en donde Caronte, el gentil balsero estaba listo para llevarla a la región de los muertos.

Caronte le recordó que era su privilegio beber de las aguas del Leteo y si así lo hacía, ella olvidaría por completo todo lo que dejaba atrás.

Ansiosamente respondió: — ¿Olvidaré lo que he sufrido?...
A lo cual Caronte le contestó: — Pero recuerda, también olvidarás tus alegrías.
— ¿Olvidaré mis fracasos? –preguntó la mujer.
El viejo balsero añadió: — Y también tus victorias.
Nuevamente dijo la señora: — ¿Olvidaré como he sido lastimada?
—También olvidarás como has sido amada.
Entonces la mujer se detuvo a pensar la situación cuidadosamente, para finalmente no tomar el agua del Leteo.”1

La moraleja se expresa nítidamente en la frase que dice: “La vida es como las teclas del piano, las blancas son los momentos felices, las negras los instantes difíciles, pero juntas tocan la mejor melodía: tu vida…2

Hay gente, por la que viven su vida, llevan una existencia plana, no saben lo que es tomar decisiones, porque no se han dado tiempo para probar los altibajos del camino, que aparentemente no sufren, pero tampoco tienen conciencia para disfrutar el arte de la vida.

No saben ¿Qué hacer? cuándo el dolor llega, porque carecen de una educación espiritual para –con un vaciamiento interior– transformarlo en música angelical, en una ofrenda de amor; tomen consciencia para  renovar su poderosa trinidad y contactar con su maestro interior.

Es trascendente salir del papel de la víctima, simplemente aquietando la mente, cultivando hacia los cuatro puntos cardinales, –para todos los seres de la creación– emociones y sentimientos positivos, en base al amor incondicional, la compasión, la tolerancia y la alegría compartida.

Lo que en ocasiones nos parece un problema, el tiempo lo transforma en bendiciones, porque no hay felicidad, sin dolor previo; no hay éxito sin esfuerzo, sin perseverancia; sólo hay que tener paciencia para fluir con el río de la vida, aprender a reacomodar en su justo lugar, cada pieza del rompecabezas del universo, para que nuestra evolución continúe.

HOY recuerda que el duelo forma parte de tu crecimiento, fortaleciendo tu ser; que la vida no siempre sucede como deseamos, pero hay que vivirla, porque nada es para siempre, todo lo que principia, acaba; como dice el Filósofo “todo lo que sube…tiende a bajar”; acepta el reto de vivir y trascender en tu plenitud.

Atrévete a ver el todo como lo completo, no como lo linealmente perfecto; mira con los ojos del alma, te trasportarán a otro lugar; dejarás de ser exigente contigo mismo, de ver los defectos; te centrarás en tus dones, cualidades y virtudes; encontrarás la luz, detrás de las sombras; como por arte de magia, llegará una aceptación total, de lo que eres, de lo que tienes y de lo que deseas ser, con ella la libertad y una regocijante felicidad.

Resulta que un pela’o le dice a su esposa:
–– Vieja, después de leer al Filósofo, soy consciente de que estoy centra’o en mi vida, a grado tal que no odio a tus parientes, pa’ que sepas, me agrada más tu suegra…¡QUE LA MÍA!...
1 Extraído del Libro Aprendiendo a decir  adiós, Marcelo/Marcelo Rittner

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